En el taller de Alejandra Caballero

¿Cómo definirías tu obra?
Podríamos llamarla realista poético-narrativa. Generalmente, pinto escenas íntimas. Momentos cotidianos pero de cierta trascendencia en la vida de un personaje, normalmente una mujer. Intento que todos los elementos del cuadro tengan sentido y aporten algo a la idea germinal. Para mí, son importantes las "salidas", es decir, las puertas y ventanas que conectan el interior con el exterior. Por su parte, el mar Mediterráneo es otro elemento recurrente que puede representar la paz interior. En cuanto a las influencias, en mis obras a veces es notoria la influencia de Hopper, Hammershøi y Vermeer.
¿Nos podrías explicar cómo es tu proceso creativo?
A menudo es relativamente sencillo. Veo algo que me gusta, por ejemplo mi sobrino cenando en la cocina de mi madre, y lo pinto. Quizás no tal cual, porque siempre hay que cambiar aspectos de la realidad para que ésta funcione en una pintura, pero es casi así de simple. En otras ocasiones, sin embargo, el proceso es más largo. Recuerdo algo o veo una escena real o de una película que me emociona, y entonces comienzo a darle vueltas. Dejo la idea en stand-by hasta que encuentro el escenario o la persona que encaja y a partir de ahí construyo el resto.
" Generalmente, pinto escenas íntimas. Momentos cotidianos pero de cierta trascendencia en la vida de un personaje, normalmente una mujer. Intento que todos los elementos del cuadro tengan sentido y aporten algo a la idea germinal"
¿Cuándo y por qué razones empezaste a pintar?
Empecé a pintar de muy pequeña, porque veía mi madre hacerlo. Pasamos muchas tardes de domingo juntas mirando los libros de pintura que teníamos en casa. Pintar era (y es) mi pasatiempo preferido y bastante temprano empecé a ir a las clases de un vecino que era artista.
¿Cómo ha evolucionado tu trabajo a lo largo de los años?
Pintar nunca ha sido fácil. Hacer un cuadro requiere siempre esfuerzo y dedicación. En mi obra los cambios que he ido incorporando son sutiles. Quizá sí se puede apreciar que al principio los temas que pintaba estaban extraídos de mi entorno más cercano y, en cambio, en los últimos años he ido introduciendo personas y lugares imaginados. Pasé una época en que traté sobre todo el tema de la infancia, otra temporada me dediqué más a los viajes, otra a los bares... Y últimamente me interesan más las relaciones interpersonales, de forma que a los cuadros aparecen o se sugiere más de una sola figura humana. En todo caso, aunque me interese la evolución, espero no evolucionar nunca hacia un mayor barroquismo...
¿Podrías citarnos los proyectos artísticos y las exposiciones de tu carrera que consideres más importantes?
El primer proyecto artístico importante que recuerdo con cariño fue el de un trabajo en equipo con dos amigos de la facultad de Bellas Artes: el Pébéo Art Contest en el que realizamos una instalación poética en Marsella, justo después de terminar la carrera. También destacaría las exposiciones colectivas de becados por la facultad a las becas de Ayllón (Segovia) y Granada. Estas convivencias con compañeros que tenían las mismas inquietudes que yo fueron una de las mejores experiencias vitales que he tenido nunca. Finalmente, citaré también la exposición individual en la Jugoslavenska Galerija Umetnickih Dela de Belgrado, porque fue también un proyecto muy interesante. Colaboró la embajada española de Belgrado y me permitió conocer la ciudad, su gente y sus costumbres.