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En el taller de Montse Valdes
¿Cómo definirías tu obra?
La definiría como realismo deshecho o suelto, aunque últimamente estoy en un proceso de cambio. Ahora que estoy dando más importancia a las texturas y energías que producen entre sí los colores, algunas de mis obras las podríamos colocar dentro de un estilo abstracto-figurativo. El objetivo es siempre el mismo, eso sí: recrear la belleza interior del ser humano. Y es justamente con este objetivo por el cual he luchado siempre; me he esforzado para que lo que expreso saliera siempre desde dentro, lo más libremente de referentes que me coartaran. Aun así, sí que es verdad que al principio me inspiraron mucho Gustav Klimt, Egon Schiele, Cézanne y Van Gogh, y un poco más tarde, Kandinsky, Picasso o Pollock.
¿Nos podrías explicar cómo es tu proceso creativo?
Siempre he pintado con modelo al natural, en sesiones de al menos tres horas y el cuadro sobre el caballete, habiendo preparado la tela previamente con texturas para provocar accidentes interesantes. Pero cada vez intento interferir menos preconcebidamente, y dejo que los accidentes luzcan con toda su espontaneidad, experimentando con diferentes materiales. Últimamente, a veces bajo el cuadro del caballete al suelo, por lo que la pintura está lanzada sobre la tela y así favorezco que los accidentes me vayan inspirando hacia qué tipo de manifestaciones acabar creando.
¿Cómo ha evolucionado tu trabajo a lo largo de los años?
Al principio, era una pintora muy realista; me interesaba interpretar la realidad fidedignamente, y me era importantísimo pintar siempre al natural con la modelo. Más tarde, cuando sentí que dominaba el dibujo y la técnica (de la que estuve obsesionada la primera década de mi carrera), introduje texturas de volumen en el cuadro para que me proporcionaran estos accidentes que encuentro tan importantes y que me impiden ser realista del todo. Si la miras de cerca, en una pintura mía sólo ves golpes de espátula o grandes masas de color, pero cuando te alejas estas señales acaban construyendo la cara o los cuerpos muy definidamente: lo más importante es que se nos revele el ser de ese rostro hasta el punto de que su mirada te penetre y te transforme.