En el taller de Beatrice Bizot


¿Cómo definirías tu obra?
Mi obra escultórica tiene que ver con la poesía visual. Es a la vez figurativa, surrealista e intimista. Está vinculada con el tema de la construcción y la arquitectura, y siempre está relacionada con la persona humana. Aspectos sobre la ciudad, el ser humano y su entorno o la feminidad, así como la relación que tienen estas ideas entre ellas, me sirven de hilo conductor para formalizar temas sociales. Formalmente incido con elementos arquitecturales en la figura humana en esculturas de bronce, pero también trabajo con materiales propios de la construcción, como el cemento.
Mi obra me permite representar lo que observo de los trastornos del mundo contemporáneo a la vez que incido en cuestiones existenciales sin dejar de buscar una estética muy propia ligada a la poesía visual. Así, los cuerpos se rodean o se cambian en estructuras y las caras llevan ventanas y dejan pasar la Luz. Objetos como las llaves y las sillas forman parte de mi lenguaje... El exterior se convierte en interior... En definitiva, construyo una nueva arquitectura a partir de elementos u objetos que juntos forman el alfabeto de un lenguaje poético propio.
"Mi obra me permite representar lo que observo de los trastornos del mundo contemporáneo a la vez que incido en cuestiones existenciales sin dejar de buscar una estética muy propia ligada a la poesía visual."
¿Nos podrías explicar cómo es tu proceso creativo?
Mi proceso creativo es como una conversación. Una conversación permanente entre los materiales y mis manos, entre mi mente y el mundo. El proceso bebe de mis observaciones de mi alrededor y de cómo las filtro. Escribo y dibujo mis ideas de forma intuitiva en unas libretas y las traigo a mi taller, que es un lugar de experimentación muy impulsivo, a veces desordenado, donde varias disciplinas y herramientas se rozan y se enriquecen: madera cemento, ceras, moldes, joyería, serigrafía… Es un lugar donde las esculturas nacen, evolucionan, dialogan entre ellas y tienen en común unos temas que me interesan.
¿Cuándo y por qué empezaste a hacer escultura?
Pertenezco a una familia de artistas. Mi padre, también escultor, siempre tuvo un taller, y desde pequeña empecé a manipular barro y objetos. En invierno íbamos los dos a buscar objetos abandonados (para nosotros eran tesoros) en una playa de Italia donde vivíamos. El contacto con la materia y su significado empezó allí, y se quedó para siempre conmigo. Me di cuenta muy joven de mi capacidad para crear y de la importancia que esto tenía para mí. Viví y aprendí de diferentes escuelas y artistas que me llevaron a experimentar nuevas técnicas y materiales. Nunca he dejado de experimentar.

¿Cómo ha evolucionado tu trabajo a lo largo de los años?
Mi trabajo ha evolucionado con la vida. De ser más realista y figurativa al principio, se ha ido convirtiendo en más conceptual. Los materiales han guiado mi trabajo. Experimenté con barro de muy joven y después con bronce en Estados Unidos, y, más adelante, cuando llegué a Tarragona en época de crisis, empecé a experimentar también con madera, pero sobre todo con cemento y hormigón, porque eran materiales que representaban el paisaje y la desolación que observaba.
También, puede que influenciada por uno de mis mentores, Jiri Kolar, reúno materiales diferentes en collages en tres dimensiones. Por otro lado, creo que mi obra siempre ha tenido que a ver con la literatura. A menudo me defino como una escultora literaria. Los objetos se substituyen por las palabras para formar poemas materializados. Escaleras y arquitecturas con un valor simbólico se imprimen en unas caras que se trasforman en edificios mientras siguen expresando algo muy humano, muy interior. Lo humano está en el centro de mi obra, no hay duda.
¿Podrías citarnos los proyectos artísticos y las exposiciones de tu carrera que consideres más importantes?
La primera exposición individual que hice en París en 2001 en una galería del quartier latin fue importante para asentar la sensación de estar en el buen camino; era mi segunda exposición personal, la primera la había celebrado en Cincinnati, Estados unidos. El proyecto "Ciutat Blanca” en el Museo de Arte Moderno de Tarragona en el 2006 fue también un gran reto, sobre todo por la dimensión de la exposición, el work en progress y por las dificultades de construcción y de instalación.
Otra de las exposiciones que considero más emblemáticas fue la que presenté en 2012 bajo el título de “Correspondages”, Veletržní palác, en el Museo de Arte Moderno de Praga, después trasladada a Wroclaw en Polonia; se trataba de una exposición personal conjunta relatando mi relación artística con el checo Jiri Kolar, poeta visual emblemático en su país de gran influencia para mí. Dentro de los proyectos muy interesantes, hubo también colaboraciones con otros artistas que brindaron la oportunidad de experimentar la siempre interesante dinámica de la colaboración artística, así como trabajar con otros medios como la fotografía.
Finalmente, también quería destacar la oportunidad que tuve en 2019 de exponer en un magnifico jardín en Normandía dos esculturas de gran tamaño, trabajo que realmente me abre otros horizontes como puede ser el de la escultura en jardines, parques y al aire libre en general.